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Los audífonos
- "Pantera negra cerca de Metro Tacuba"
- "¡No más cocinitas! La televisión no podrá emitir anuncios que asocien niñas con roles de género"
- ¡Platanito lo volvió a hacer! ¡Los muertos le jalarán los piés y los vivos las orejas! Tendrá que pedir disculpas públicas.
- "Encuentran el cadáver de María Trinidad, la viejita de 83 años que desapareció tras ir al salón de belleza por su último cambio de look. Dicen que quedó tan bella que murió de la impresión".
- ¡Apaga esa cosa! ¡Tú y esa tele ya me tienen harto! No sé qué me duele más, tu indiferencia, tu falta de habla, la cabeza o el corazón. Tras estas palabras y un fuerte calambre en el corazón, Don Rogelio, empezó a aflojar su corbata, se sentó sobre el sofá verde limón que tanto odiaba y le gritó a la Sra. Contreras, ¡por favor hazme caso! ¡Necesito una ambulancia!
La señora Contreras, quien tenía como mala costumbre ver la televisión muy cerca y apagar la luz, tomó el control, y a pesar de que el volumen ya era bastante elevado, decidió subirlo un poco más, recorrió su silla más cerca y continuó "viendo las noticias". Don Rogelio no podía verla, pero la cara de la Sra. Contreras emanaba una pequeña sonrisa, sus signos vitales eran normales como de alguien que está tranquilo viendo la tele.
- ¡Vieja por favor! ¡Te lo suplico! Me siento muy mal, ¡hazme caso!
La Sra. Contreras siguió sin inmutarse. Don Rogelio, en lugar de ver la vida pasar, empezó a recapitular sobre su día. Y es que ese 1ro. de diciembre de 2022, la pareja de viejitos había tenido una de las peores discusiones de su vida.
-"Mi cielo, la verdad es que ya estoy hasta la madre de la misma rutina de hace 50 años, vete sola a ver a mis adorables cuñaditas"- Esa frase de Don Rogelio, hizo que la Sra. Contreras se acordara de cuando a los 16 años Don Rogelio, prefirió irse con sus a amigos a tomar a la cantina del barrio, qué ir a conocer a sus padres (quienes por cierto, lo esperaban con la mesa puesta y habían preparado la comida que Silvanita Contreras les había dicho que era la favorita de su novio) - Ah sí, pues yo estoy hasta la madre de que no bajes la tapa del baño cuando orinas, de que siempre te vayas con tus amigotes y sabes de quién más estoy hasta la madre, de tu difunta madre, que la boca le olía peor de viva, que de muerta!
Tras pronunciar esas amorosas palabras, la señora Contreras tomó sus llaves, su abrigo, un paraguas, azotó la puerta de la entrada y se dirigió al centro comercial deseando no querer escuchar nunca más al nefasto de su marido. Dentro de la plaza, Dios se manifestó en un aparador - ¡Precio de liquidación! Audífonos inalámbricos, aislantes de ruido 70% de descuento -
Sin pensarlo la señora Contreras tomó la oferta, fue por un café y antes volver a casa conectó los nuevos audífonos a su teléfono, abrió spotify y puso música relajante, después de tan largo día lo merecía, prendió la tele y subió el volumen al máximo para probar su nueva adquisición.
- ¡Vieja por favor! ¡Te lo suplico! Me siento muy mal, ¡hazme caso!.... Silvanita, por favor - Pronunció Don Rogelio cada vez más débil - perdóname....
¿Y si le subo más y me acerco más a la tele, seguiré sin escucharla? Pensó la señora Contreras, quien tenía como mala costumbre ver la televisión muy cerca, tomó el control, y a pesar de que el volumen ya era bastante elevado, decidió subirlo un poco más, recorrió su silla más cerca y continuó "viendo las noticias". Don Rogelio no podía verla más...